Las autoridades informaron que el accionar de sus...
El titulo es:¿A cómo el kilovatio-hora?
La defensa argumentó que el procedimiento no era necesario...
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En Consejo de Seguridad y Comité de Orden Público pidió más...
Depende. El kilovatio-hora es más caro en Colombia que en todos los países de América Latina que compiten con nuestra industria. En Brasil, México y Argentina, las economías más grandes. En Perú y Chile, los socios en la alianza del Pacífico. En Ecuador y Venezuela, los vecinos, aunque esta última ya poco cuenta. En Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, el kilovatio hora industrial cuesta casi la mitad (la devaluación reciente debe haber disminuido esta desventaja). Ello a pesar de que nuestro país es rico en hidroelectricidad y genera dos tercios de la energía que requiere con esta fuente, la de menor costo y la menos contaminante. Y también es rico en carbón, barato y abundante. Colombia tiene reservas para más de cien años de este mineral y genera solo un 10% de su energía con base en él. Entonces, ¿por qué es tan cara la energía? ¿Qué hacer? ¿Dónde está la bolita?
El asunto no es un juego. A la industria le toca ahora aliviar la sed de dólares e impuestos generada por el guayabo, pasada la borrachera de las materias primas de la última década. La industria es el sector de la economía más intensivo en energía y el peso de esta en su estructura de costos le impedirá competir tanto contra las importaciones como al tratar de exportar si no hay tarifas razonables. Ello es cierto para todas las escalas: grandes, medianas y pequeñas. Pero, mientras menor el tamaño, más vulnerables son las empresas al nivel y a las oscilaciones del costo de la energía. Hay industrias a las que el kilovatio-hora les subió más de un 20% en el primer trimestre de este año con la sola amenaza de ‘el Niño’ y sin que el agua se les haya encarecido a los generadores hidráulicos, por la sencilla razón de que nunca pagan nada por ella ni antes del niño, ni en el niño, ni después del niño. Si este no viene no devuelven la plata; y si viene especulan igual, porque conforman un oligopolio donde tres grandes jugadores concentran tres quintas partes de la capacidad instalada y seis jugadores, las cuatro quintas partes de la misma. Y se comportan como tal, a pesar de que varios son empresas con alta participación accionaria estatal, amparados en la complejidad de sofisticados algoritmos que los favorecen, con la cual -pretenden asustar a los críticos, no vaya y sea que al tratar de modificarlos den al traste con tan preciada arquitectura de señales al mercado que supuestamente nos han salvado de un nuevo apagón en los últimos veinte años. El costo del kilovatio resulta entonces, además de alto, incierto. Así ¿quién compite? No. Una fiesta de tan pocos no puede continuar a costa de tantos.
Pero eso no es todo, muchos municipios cobran impuestos o sobretasas por alumbrado público, concesionadas a título de nada y liquidado sobre bases arbitrarias. En Barranquilla, por ejemplo, se liquida sobre el consumo de energía, lo cual no guarda ninguna relación ni con el requerimiento de alumbrado ni con la generación de utilidades de quien paga. Entonces una pequeña industria que consume $30 millones mensuales en energía paga un millón y medio de pesos por alumbrado, pero solo le corresponde un postecito y un bombillo por la módica suma de 50 mil pesos diarios. Con lo cual la participación del Estado en sus utilidades salta del 33 al 45 por ciento. Así, ¿quién compite?
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